Abstract
Toda persona que trabaja tiene un proyecto, tiene un plan en su vida familiar o
personal, que puede o no coincidir con las expectativas de su entorno laboral. Es decir, no
tiene por qué estar sujeto, un trabajador o trabajadora, a modelos de conducta impuestos por
su empleador. Tomar medidas represivas contra los empleados e incluso despedirlos, por
cuestiones que no tienen nada que ver con su desempeño laboral, es cometer sin duda alguna
un lamentable acto de injusticia.
Las causales de despido de un trabajador están establecidas en la ley de contrato de
trabajo, pero no es suficiente alegar la existencia de una causa lícita, sino que también es
necesario que esa causa la pruebe el empleador, quien además deberá cumplir con el
procedimiento formal para que el despido sea válido. Así cualquier despido al margen de
estas condiciones será considerado ilícito o arbitrario.
DESTACADO