Abstract
En los últimos años, cada vez es más notoria la relevancia social y política que ha
adquirido en nuestro país el término “género”. Tal como se refiere Mattio (2012, p1) se
ha dejado de hablar en los medios de comunicación de “crímenes pasionales” para hablar
de “violencia de género, frente a los habituales asesinatos de mujeres perpetrados por
sus maridos, amantes o novio.” Algo parecido ocurre con la violencia doméstica; pese a
que estamos lejos de erradicar semejante flagelo social, se ha vuelto habitual entender
tales situaciones desde una “perspectiva de género” que desnaturaliza tales formas de
violencia contra las mujeres.
DESTACADO