Abstract
Somos vivos testigos que el paradigma de la desigualdad entre hombres y mujeres
está siendo “corregido” lentamente, pero es el día de hoy que siguen existiendo distintas
formas de discriminación en la vida cotidiana respecto de las mujeres y puntualmente de
la función que ellas puedan ejercer laboralmente.
Si tomamos como punto de partida la incorporación a la Constitución Nacional de
pactos internacionales tales como la “Convención sobre la Eliminación de todas formas
de Discriminación contra la mujer” (1986, Ley 23.313) o la “Convención Interamericana
para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la Mujer” (1994) podemos afirmar
que, hace ya más de 30 años nuestro país ha comenzado un profundo pero lento proceso
de cambio respecto del lugar que la mujer ocupan en nuestra sociedad y el trato que se le
merece.
DESTACADO