Abstract
De antiguo, cuando los embriones democráticos comenzaban a desarrollarse en las Polis
Griegas, la participación de los ciudadanos; entendiendo estos como aquellos a los que las leyes
conferían tal dignidad; resultaba de vital importancia en la toma de decisiones. Que más allá de la
forma en que se ejerciera ese derecho; desde las primigenias asambleas en las ágoras hasta los
modernos parlamentos comunitarios; han variado sustancialmente los modos y las formas, pero en
todos ellos subyace el principio rector de la Participación Ciudadana, a la cual podríamos sintetizar
como:
“La participación es la capacidad para expresar decisiones que sean reconocidas
por el entorno social y que afectan a la vida propia y/o a la vida de la comunidad
en la que uno vive” (Roger Hart, 1993).-
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