Abstract
La prisión se ha reducido a un símbolo de lo que hace una sociedad que no sabe, o no encuentra, o no puede encontrar una mejor manera de resolver sus problemas: colocarlos en un lugar, donde no se los escuche y menos molesten, donde el olvido y el encierro surjan de solución, aunque solución no haya. La cárcel es el “no lugar” de las sociedades modernas. En la mayoría de ellas sus internos se encuentran alojados en condiciones infrahumanas de detención, en otras unidades se tortura a los reclusos. Con estas condiciones pensamos que la tan ansiada resocialización no sería posible.