Durante el año 2012 la playera de una estación de servicio se opone a usar el
uniforme que la patronal le asignaba por considerar que no era de su talle y que le causaba
incomodidad por ser pequeño. Tras varios desacuerdos con la empresa empleadora es
despedida sin invocación de causas. La trabajadora entabla demanda reclamando daño
moral debido a que vivenció un hecho discriminatorio basado en el género.
Las exigencias de las empresas en cuanto a uniformes deben de ser respetadas
pero cuando atentan contra los derechos de los trabajadores es necesario establecerse un
límite. La importancia del fallo radica en el reconocimiento de los derechos de la mujer a
no ser considerada una cosa, a decidir si quiere o no mostrar su cuerpo y a no se obligada
a tener vestir de determinada manera solamente para atraer la mirada masculina. Para
terminar con estos comportamientos fundados en el predominio machista se debe
comenzar a otorgar a la mujer el mismo trato que al hombre.