Abstract
Las desiguales estructuras heteropatriarcales impregnadas desde épocas rudimentarias e
inmemorables -establecidas culturalmente en la sociedad de manera transgeneracional con perduración
hasta estos días-, que han constituido -históricamente- desde la opresión todo tipo de violencias, nos han
llevado a plantear un profundo abordaje de la problemática, tendiente a erradicar diferencias
heteronormativas y, por tanto, lograr pari passu1
la equidad entre universalmente iguales.
La evolución de los seres humanos y, en consecuencia, la reorganización de las actuales
sociedades nos permite repensar hoy, por un lado, los alcances inagotables de las cuestiones de género
y, por otro, la reivindicación por parte de los Estados -en cuanto sujetos internacionalmente obligados-
respecto de los derechos direccionados hacia el desarrollo humano, dentro de los que podemos resaltar,
por excelencia, a la identidad de las personas.