Abstract
En la actualidad, es evidente que la información resulta ser un bien valioso por el
que incluso la gente llega hasta a pagar un precio; empresas, consultoras y partidos
políticos, entre muchos otros, gastan fortunas por conocer los gustos, aversiones y
preferencias de sus potenciales clientes o electores (Díaz Cafferatta, 2009).
La información también constituye un elemento sumamente valioso incluso para
la ciudadanía en general, quien a partir de la concepción de un sistema republicano de
gobierno, se encuentra en posibilidad de acceder a aquella que se encuentre en manos
estatales, con el fin de participar activamente en la evolución de asuntos públicos, así
como el juzgamiento personal de la actuación de sus representantes y, eventualmente,
hasta el reclamo que de sus actos pudieran llegar a ser responsables (Gutiérrez Jiménez,
2008).
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