China moderna. De Deng a la actualidad
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Author
Haiquel Herrero, Mariangeles Vanina
Abstract
En este trabajo analizo los cambios producidos por China, en su intento
por restablecer su antigua gloria imperial, con la inclusión de tecnologías
acordes y economías de mercado, en un sistema no democrático,
controlado por el Partido Comunista y la burocracia.
Considero importante el surgimiento de China y su implicancia en las
Relaciones Internacionales porque, después de la caída del comunismo
en la Unión Soviética y la culminación del sistema bipolar, comienzan
a gestarse nuevas formas de correlación de fuerzas a nivel mundial,
entre los distintos actores. Y en esto China, con su apertura, tuvo
mucha influencia, al incorporarse como actor activo.
El nuevo sistema internacional comienza a regirse con esquemas en los
que predomina la relación comercial, la integración de procesos productivos
y el acelerado desarrollo tecnológico, entre otros aspectos. Es
decir, en este nuevo orden, se plantean como prioritarias las relaciones
económicas, políticas y sociales de los diferentes Estados.
Es en este contexto donde aparecen nuevos actores internacionales,
que se suman para participar en la nueva dinámica, con el fin de asegurar
su seguridad, bienestar y hasta la propia existencia.
Así aparece China como nuevo actor con un ritmo de desarrollo que
impacta al mundo y con una presencia destacada dentro del escenario
internacional por sus características demográficas, su posición geográfica,
el papel preponderante en la región asiática, los flujos de capital
derivados de las óptimas condiciones que ofrece a la inversión, su
enorme mercado y especialmente porque deja de ser espectador para
comenzar a participar en forma decisiva en todo lo que afecta a las
naciones.
Por esto me parece importante China, en el estudio de las Relaciones
Internacionales, ya que pasa de ser un país con escasa presencia internacional,
a ser uno poderoso, moderno, en evolución, que despierta
mucho interés en la escena mundial.
Introducción
Esta evolución contiene cambios internos y externos en función de las
reformas políticas y económicas, conjugando sus recursos de poder como
población, estructura productiva, territorio, con las estrategias puestas
en marcha, aprovechando las nuevas tendencias de la economía mundial.
Para lograr los cambios necesarios, China puso en práctica estrategias,
aplicables al ámbito externo e interno y en esa aplicación es donde se
dan una serie de contradicciones, que llamo “complejidades atípicas,
sin garantías de permanencia”. El círculo de análisis se cierra en el
hecho de que el proceso modernizador está en evolución y que, por
lo tanto, nada puede darse en forma permanente. Para esta etapa del
proceso, esas son las estrategias que se adecuan y que para la captación
occidental están llenas de contradicciones, pero para la dirigencia
china, tienen razón de ser.
Además, dichas estrategias no producen cambios cíclicos, pero si un
rápido crecimiento en un período de tiempo sostenido.
En esta China moderna coexisten una combinación de políticas económicas
pragmáticas y una aparente “apertura ideológica” que por ahora
funciona. Es el mayor de los últimos Estados comunistas (entre Vietnam,
Corea del Norte y Cuba) que ejerce una influencia creciente en la
economía mundial.
Para una mejor comprensión de la situación actual, creo necesario
enlazar los hechos presentes con los del pasado.
En esta rica y larga historia, se destacaron varios períodos importantes.
El Período Imperial, que si bien fue rechazado por el régimen comunista,
en las últimas décadas, por considerarlo feudal y explotador,
sigue siendo punto de referencia de la grandeza nacional y refuerza las
aspiraciones chinas actuales. Éste plasmó en la historia de China, las
mayores realizaciones y la llevó a erigirse en potencia regional y como
civilización más adelantada.
El sistema imperial estuvo conducido por la filosofía confuciana como
ortodoxia oficial, aunque convivía con otras filosofías y religiones
(taoísmo, budismo, entre otras).
El confucionismo centraba la sabiduría en lo más importante de las
actividades humanas y el servicio burocrático le permitía resaltar los
méritos.
Bajo el régimen comunista, siguen siendo importantes la disciplina,
estabilidad, preocupación por altos estudios y el prestigio al Estado,
elementos propiciados por Confucio. Sin embargo, actualmente se prestigian
también, las actividades económicas y militares, que no eran
aceptadas en el confusionismo como necesarias.
También se daba mucha importancia a la responsabilidad, cada uno
debía cumplir su actividad y hacerlo correctamente y se colocaba a la
Nación por sobre todo (mohismo).
En la actualidad esta impronta imperial les permite elevar sus aspiraciones.
Después del Imperio se fueron organizando políticamente, siempre bajo
la legitimidad ideológica e histórica. En el nacionalismo, con los Tres
Principios del Pueblo de Sun Yant Sen, con el nacimiento del comunismo,
privó el pensamiento marxista - leninista de Mao Zedong y en
la época de reforma, con los escritos de Deng Xiaoping y el nacionalismo
- leninista.
En los siglos XIX y principios del XX, la realidad china es de conflictos
y luchas internas y externas y también de humillación. Ésta última
estaba basada en “Tratados injustos” y la obtención de derechos extraterritoriales
a favor de potencias extranjeras, en zonas que pertenecían
a China. Pero también fue humillada en 1930 y 1940 por la invasión
japonesa, que no solo incluyó su ocupación sino la fundación de un
Estado en Manchuria.
De este período sacó enseñanzas, comprendió que debía modernizarse
y adquirir aportes científicos y tecnológicos.
Durante el gobierno de Mao se reunieron los grandes monopolios: de
ideología, poder, violencia, propaganda y organización económica. Los
fracasos de las campañas del Gran Salto Adelante (1958 - 1962) y
la Revolución Cultural (1966 - 1971), hicieron ver que no era ese el
camino a seguir.
Deng, en 1978, comprendió que debía lanzar un programa para obtener
desarrollo económico. Diseñó una serie de medidas que se fueron
desarrollando hasta el presente.
Si bien el período de reformas pasó por varias fases, en las que fueron
incorporando aprendizajes (en base a ensayo - error - aciertos), hoy el
proceso sigue, si bien con muchas deficiencias, pero entrando a una
etapa de madurez en la que la dirigencia sabe que debe optar por mejorar
el nivel de vida de la población y combatir prácticas nocivas que
llevarían al régimen a la pérdida de legitimidad.
Fue después de la matanza de Tiananmen en 1989 - 1992, cuando se
pusieron en marcha los resortes de la modernización y las fuerzas de
Deng a favor de la reforma y apertura. Este dirigente consideró que
debía acelerar la entrada de China a la economía de mercado.
Además la formación de una coalición internacional contra Irak, dirigida
por la ONU, le permitió salir del bloqueo con que había sido castigada
después de la matanza de Tiananmen. Por otra parte, Asia había
activado su participación económica en el mundo chino.
Para que no se suscitaran problemas de sucesión, Deng replanteó la
dirección del país y nombró a Jiang Zemin como candidato a la dirigencia.
Sin embargo, los reformistas y conservadores del partido, se enfrentaron
varias veces por el alcance de las reformas del mercado, como
lo manifestaron en vísperas del decimoquinto Congreso Nacional del
PCCh.
China emergió como potencia económica regional, después de la crisis
asiática (1997 - 1998), de la que pudo salir sin dificultades e incluso
ayudar a Tailandia.
El dinamismo regional se concentró en Extremo Oriente y en especial
en China, donde las inversiones extranjeras, antes destinadas al
Sudeste Asiático (con una recuperación económica lenta), tienden a la
región.
Esta evolución fue facilitada también, por la desintegración de la Unión
Soviética en 1991.
Otro aspecto positivo fue el retorno, en 1997, de la colonia británica
de Hong Kong (cedida por la dinastía Qing en 1842, tras la Guerra
del Opio) y la de la colonia portuguesa de Macao (cuya situación se
remonta a 1950), en diciembre de 1999.
Por otra parte realizó “asociaciones estratégicas” con Rusia (1996) y
con Estados Unidos (1997) y sigue insistiendo que Taiwán debe pasar al
control de China, considerándola “provincia rebelde”.
Mejoró, también las relaciones con los países vecinos, mediante acuerdos
que le permitieron solucionar, en parte, problemas limítrofes, y
darles un cause pacífico. Las disputas territoriales giran en torno a
las islas Spratly (en el Mar de la China Meridional) con Japón, Vietnam,
Malasia y Filipinas, y en torno a las islas Diaoyu (al noreste de
Taiwán) con Japón. Aunque Japón es su principal socio comercial, la
cuestión de la culpabilidad de la Guerra chino - japonesa está siempre
presente.
En cuanto a las relaciones con Estados Unidos, están marcadas por
recriminaciones mutuas. La violación a los derechos humanos y acusaciones
de espionaje nuclear, son algunas de las que le acredita el
gobierno de Washington a China, quien por su parte, intenta que ese
gobierno no colabore para que Taiwán se convierta en independiente
y lo acusa de utilizar organizaciones como la ONU y la OTAN para
imponer su hegemonía.
El “socialismo con características Chinas” le sirvió para fundamentar
el papel del mercado en su economía, sin seguir estrategias preconcebidas,
ya que va haciendo el camino a medida que avanza.
La entrada a la OMC e incluso la organización de los Juegos Olímpicos
de 2008, le proporcionan mayor confianza nacional aunque muestran
también, la prudencia con que participa en los asuntos externos, ya que
conoce sus limitaciones, tanto en el aspecto militar como económico,
debido a que tiene altos índices de pobreza que debe aún solucionar.
En definitiva, China tiene un gran desarrollo capitalista y una tradición
comunista, es un país que toma el camino del progreso, con un
gran compromiso con el mundo pero con muchos problemas por resolver
en su interior